Volviendo con los posibles dibujos después de esta pesadilla, hoy me viene una imagen:

• Imagino que vamos despertando y empezamos a construir esa nueva normalidad y tardamos poco en hacerlo.

• Imagino que esa construcción tiene vida breve y que en pocos meses -como animales de costumbres que somos- sacamos nuestro libro de “viejos recuerdos”.

• Imagino que comparamos ambas realidades y volvemos a apostar por la conocida, por la de siempre, por la que -quizás- nos llevó a dónde estamos.

• Imagino que por mucho imaginar un entorno diferente, volvemos a dibujar el de siempre, el del sufrimiento banal, el del alejarnos del verdadero dolor.

• Imagino que miramos hacia atrás creyendo que todo ha sido una mala pasada de nuestro cerebro y que … “¡Tampoco estábamos tan mal…!” ¿o sí?

IMAGINANDO: Escenario tres

No por avanzar de fase en esta desescalada, somos más capaces de concretar qué nos depara el futuro:

Ahora se me viene por delante unos meses en los que parte de esa solidaridad mostrada en estas semanas, pierde potencia.

• Imagino que el “nosotros” se empieza a transformar, cada vez más, en “yo”, quizás desde una necesidad puramente instintiva.

• Imagino que queremos mirar para al lado, pero sólo vemos espejos que nos muestran que somos y estamos antes que los demás.

• Imagino como a muchos, que los gestos de solidaridad le sabrán a sueño pasado, casi más amargo que el propio coronavirus.

• Imagino que cada cual se centra en sus necesidades y, si sobra algo, se dará con la sensación de generosidad e incluso preguntándose: “¿me hará falta a mí más adelante?”

Manuel Salgado Fernández

 Psicólogo clínico y del Deporte // Col. AN-2.455