Qué papel juegan las emociones al escribir poesía
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La vida alquiló mi cuerpo // a cambio
de existencia parida
con puños cerrados, exprimiendo // la
teta de las emociones.
Pero aprendió a abrirlos // con el cincel de la imaginación
y astillas del tiempo prófugo.
(Antonio Repiso -Imagemas/2019)
Cuando la vida se instaló en la materia
fue como recibiera una orden sobrenatural... ¡Sobrevive! Con materiales químicos reciclados construyó un
organismo y lo alquiló en precario a precio de muerte y el compromiso de
reformarlo continuamente. Para cumplir esta orden la vida necesitó fusionar su
energía ¿Divina? con la energía provocada por las reacciones termodinámicas en
el núcleo universal. Tal conjunción energética dio lugar a un Ser que al
necesitar hacerse sensible a los estímulos internos y externos, creó la Poesía
a imagen y semejanza de las emociones incitantes y excitantes.
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Este amago de reflexión no deja de ser en
sí, un ensayo conjuntivo de palabras que pudieran hundirse en su propia subjetividad.
No importa. La razón que pueda llevar no se sustenta en corroboraciones
científicas. Pero con el riesgo de mi sinrazón acabo de aspaventar un enjambre
de dudas picando en la sensibilidad lectora (ya la veo aplicándose un ungüento de
argumentaciones tópicas) No perdáis el tiempo en discusiones ávidas de razón. Sabed
que el Amor es la pomada de elección para aliviar el prurito emocional: El Amor
no es una emoción. (Paciencia; es un
simple ensayo sobre las emociones en la Poesía y me he anticipado a lo que será el final de este tema.
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¿Entonces dónde está el papel que juegan
las emociones? La Poesía se imprimió por primera vez en la cadena genética y no
se sabe cuándo fue pintada en las paredes y techos de cuevas ancestrales donde
las emociones, al abrigo de su seguridad, dieron rienda suelta a las primitivas
expresividades poéticas. Siempre dije que el poeta pinta poesías gráficas y el
pintor la escribe teñida de cromatismo. Milenios después el zorro sapiens las clasificó (maldita manía de clasificarlo todo) cómo
pinturas rupestres. Las emociones, ¿juegan un papel? Más bien ¡juegan al amor
con la virginidad de una página! para esconderse entre el espacio de cada palabra;
en el interlineado de cada frase; en los márgenes... (Nunca en el número de
folio). Por eso el poeta es un intrépido cazador de las percepciones escondidas
en la blanca selva emocional y las atrapa
para exhibirlas tras los barrotes forjados de versos intuitivos con los que la espectacular
imaginación las interpreta en el escenario de libertades encendidas.
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La primera emoción, ansiedad de libertad, necesita romper los barrotes versificados. Ya
fuera de su jaula anímica se enfrenta a lo desconocido, envalentonada por la curiosidad saltando como una liebre imprecisa en la
angostura entre la Duda y la Fe. Dos
opciones libres que el poeta se arriesga a redimir de sus intrínsecos enunciados
para definirlas desde la emocionalidad ambivalente de aceptación o rechazo.
Liebre siempre huyendo de sus predadores naturales: La Ciencia y la Soberbia. Y
vuelve a refugiarse entre los resquicios del alma donde el poeta pretenderá
cazarla con su red sentimental, trenzada de versos. Casi siempre se le escapa, porque la
perseguida escarba cada vez más profundo. Entonces si la red salió vacía, el
poeta la aprovecha como una escala de peldaños inseguros en maroma de estrofas para
subir al supercielo divino o bajar al subsuelo genético.
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Aquel alojamiento de barro reconvertido
por la vida en hospicio para el alma refugiada, esta desagradecida lo abandona,
obligada después a regresar a su origen, ¿consecuencia de la Creación, de la
Evolución o Imaginación? En este caso la emoción Inseguridad animada por la fascinación
ante la aventura de morir viviendo, la vida se tomó el derecho a “okuparlo” como residencia precaria e indigna
en la inmensidad cósmica. Consultado el oráculo de la Poesía nos aconseja no rechazar
ninguno de los tres factores porque conforman el trípode lírico: Creatividad, Avance y Fantasía.
Soporte desde cuyo vértice se asoma la “liebre” metafórica para retar al poeta.
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Si éste consigue cazarla, hará con
el “conejo esquivo” un gourmet creativo con ingredientes de evolución equilibrada en la cocina de
la Ficción Surrealista. Para ello el poeta utilizará el fogón emocional y utensilios sentimentales
para emplatar un poema decorado con vida propia para que sus nutrientes satisfagan el entusiasmo lector
(comensal) que los metaboliza en su engranaje de curiosidad y crezca su esencia anímica... Como la vida misma.
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Mientras haya emociones habrá poesía. Y
aunque se vacíe la despensa emocional, el poeta la resurtirá gratuitamente con palabras
naturales o precocinadas y especias o aderezos emocionales. Es curioso porque cada
vez que la rellena cuelga un cartel animando a seguir consumiendo. Si ha entendido
la metáfora del “pot it”, dale la vuelta.
Al dorso tiene escrito un mensaje cifrado con el que advierte que aunque se
agotase después de la última reacción nuclear, el espíritu existencial volverá
a reencarnase en más poesía. Aun así la euforia
del poeta complementó el aviso con una P.D: No podemos ni debemos dejar de
crear por culpa de la apatía conformista del abatimiento de esperar la catástrofe derrotista del virtual futuro atómico-digitalizado.
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Posiblemente este último párrafo te haya
sacado una sonrisa de cínica lástima. Entonces es que has reaccionado y reprimido simultáneamente a la capacidad de asombro. No le busques razón ni yerro. Simplemente la
emoción se te escapó, pero pretendiste reconducirla a su escondrijo. Es otra
emoción a la que la poesía recurre para tender una trampa metafórica a la estupefacta
liebre que el poeta intenta cazar entre los espinos de las grietas del alma
atemorizada. En este caso las
emociones se presentan travestidas con cebo de admiración, sin dejar de ser este fenómeno psíquico otro signo de alargar
la supervivencia mediante la que el
poeta quiere revelarnos nuestro destino inmortal y sin saber hacerlo, lo intenta
enfrentándose al jeroglífico de emociones románticas,
poema en ristre y defendido tras una empalizada de versos puntiagudos y afiladas
metáforas.
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Cada composición lírica amaga con emociones
disueltas en exclamaciones estratégicas para ubicar a la presa en el idóneo
punto de atención donde mejor cazarla. O pescarla con denuncias interiorizadas en cápsula tejida con
versos de seda. Envoltura que tras haber
acogido al gusano emocional, lo indulta con sensibilidad piadosa y lo convierte en mariposa de inquietos colores. La inspiración poética le roba las alas a la
mariposa para volar al desconsolado
cielo, pero sin dejar de ver su añorado
suelo donde vuelve a caer en alfombra de elegía frustrada y entonces se obsesiona
por fingirse distante al suelo
dibujando temerarias piruetas con
alas desplumadas. Sin embargo la emoción del vértigo a lo más alto le obligará a tensar esperanzas de que su metamorfosis es la necesidad de comunicarla
como la danza nupcial de las abejas.
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Cuando la emoción crisálida repita su
ciclo, su calma volverá a ser alterada por la conmoción del enamoramiento,
porque el trastorno del vértigo y
desde la altura de miras, la poesía disparó fascinadas
saetas cupidianas. No esperaba el lepidóptero emocional que las flechas
rebotaran y le hiriese con el filo de un verso biselado. Bendita herida cuya
sangre salpicada y al contacto con el viento insatisfecho se convirtió en tinta. Y aunque con tinta se escriba
un poema, nunca la utiliza la poesía. La poesía se escribe combinando los rasgos emocionales de la comunicación
facial, corporal y verbal. Rasgos matizados con maquillaje de luz de mirada que
canta, calla, ríe y llora con Indignación
y Humildad; con Pasión y Rabia; con Indecisión y Seguridad de cualquier forma,
pero siempre, siempre, siempre buscando la Felicidad y la Fidelidad del Amor.
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Las emociones aprenden nuevos juegos en
la Poesía de papel. Juegan a evitar clasificaciones literarias y se hacen mucho
más difíciles de cazar que las “liebres” libres. Juegan a “La emoción
camaleónica”. ¿Quién no escribió un poema presumiendo poesía?... No es lo mismo
poema que poesía. Una composición de versos o prosas es una representación en
la pasarela de moda. La poesía ni siquiera es la modelo fascinante de andares provocativos. Acatemos humildemente el criterio de León Felipe: -Deshaced
ese verso // Quitadles los caireles de la rima // el metro la cadencia y hasta
la idea misma // Aventad las palabras // y si después queda algo todavía // eso
será la poesía. ¿Qué algo quedó en el fondo del tamiz?... ¡La Emoción!...
¿Todas las emociones? No importa las seleccionadas porque las que en ese
momento no aparezcan en la malla de la criba ya se encargará el poeta de
utilizar la “emoción camaleón” que
pigmentada en el poema las sustituye jaspeada de surrealismo, a pesar que el
poeta nunca podrá complementar a las autentificadas por su instantaneidad. Es decir
emociones sustituidas con otra “comodín o camaleónica” capacitada para disfrazarse
con el énfasis de la palabra. O
sentimientos que se enmascaran con esta emoción polivalente con la pretensión de
trascender su afectividad.
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Lo peor es que esta emoción no existe.
Sino que el poeta la imagina sobre la
marcha, acuciado por la necesidad de
expresarse, de tal manera que para hacer poesía necesita fingirlas. Claro está que si son
aparentes no son emociones pero cuelan. Tampoco importa porque el lector las
sobrevalora sobre las auténticas y entonces el poema se convierte en escenario
de interpretaciones narcisistas o melodramáticas que a su vez hace emocionar al
espectador quien en el oscuro placebo
de su butaca, llegará a creer que libra en soledad
una batalla contra las emociones sin saber que éstas son luces de hogueras para
ser vistas como señales anímicas, entre las tinieblas del mundanal palco pagado
a precio del conformismo y que nadie olvide de que las emociones
escribieron el guion del espectáculo poético donde la poesía es directora
y protagonista a pesar de su transparencia
invisible y que también es la voz en off susurrando que todas las emociones
participan en la inspiración poética.
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La emocionalidad poética, puede aliviar
la angustia de buscar la verdad,
cuando cansada de vagabundear el camino de inquietudes
construye precarios poemas para que se refugie la poesía a descansar y
proseguir buscando su origen más allá de la maravilla donde la Psicología
descubriera al “gusano emocional” encerrado en su cápsula de seda sentimental,
muchas veces parasitada con restos sensibleros. Este gusano de seda vehemente necesita salir de su confortable capullo, cumplir su obligación
de convertirse en mariposa, para jugar a incordiar posándose y huyendo de las inquietas orejas de la “liebre
emocional”, antes de que las cace un poeta desaprensivo que cuando encuentra
una verdad la disecciona para venderla etiquetada con precio de dogma. Gracias
a Dios, Poesía se asoció a Psique y desde entonces no pierden el tiempo
buscando cualquier verdad vendible, ni alquilable ni enajenable. Unidas por el
amor a sus orígenes comunes que perdieron en la Evolución, buscan con entusiasmo la Verdad, a pesar de las
piedras aventureras.
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¿Dónde
está la Verdad? Se preguntan una a la otra. Menos mal que ninguna de las
dos son conscientes de que el día que la encuentren es porque la vida ha
cambiado su choza somática de restos orgánicos por un palacio imperecedero y no
deben caer en el desencanto de dejar
de buscar: ¡En el Amor! (con mayúscula). Antes de terminar, permitidme contar
una locura de (minúscula) amor (Extracto de mi poemario inédito “Dame tiempo”):
“...romántico, fatuo, sociable, encaprichado,
cariñoso, vacío, cortesano, erótico, pasional, cortés... Excesiva guirnalda de
nombres al cuello de un amor que le impide ver la esencia indefinida de su
rostro. Tal resultó el nacimiento del “primer amor” por lo que tuvo que
subsistir afásico en la recámara emocional, como un rescoldo de memoria
cómplice esperando ser inflamado con pedernal onírico y provocar sensaciones íntimas.
Gracias a la matrona Poesía no paran de nacer primeros y nuevos amores con este
mismo nombre: ¡Primer Amor Idílico! Al
menos su arrebatada lira colabora en mantener el índice de natalicios
fantásticos. El primer amor, aunque no deja de ser el de siempre, nació
incestuosamente de la adolescencia con su hermanastro instinto natural que la
sedujo desde el erecto pedestal de la primitiva fantasía erótica. Pero
condenados por el herodiano “qué dirán” lo abrigaron de ucronías bucólicas.
Huyeron con vuelo costumbrista, evitando no despertar al predador realismo,
acechante incubador de prejuicios a la intemperie de murmuraciones críticas. La
inocente criatura no paraba de llorar. Por primera vez degustó el sabor salino
de sus lágrimas...”
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Amor sin apellidos. Los calificativos
aplicados son meros intentos de describirlo que por no saberse definir lo
complementamos con calificativos innecesarios que a su vez se contradicen entre
sí. Precisamente no es una emoción; ni siquiera un sentimiento afectivo. Y el poeta no puede ni debe seguir confundiéndolo
con las emocionalidades líricas ni bucólicas. Ahí va mi intento de enunciarlo (extracto del poemario inédito): -“Es la Energía en perpetua creatividad.
Estimula y equilibra actitudes interactivas de Belleza, Verdad y Generosidad
con las que se manifiesta y recrea como camino a la Felicidad perfeccionando la
Evolución desde la materia viva a la Energía Espiritual. Por ser Amor Energía
Pura, también es origen y destino de Sentimientos y Emociones y por tanto,
imposible representarlo o manipularlo.
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Sin
embargo cuando interesa a la cortesana Inteligencia lo interpreta con el papel
de amor perdido y encontrado entre afectos
y efectos placebos cómo el deseo, la pasión y el sexo. Poco tiempo después
de escribir lo anterior, me emocioné
gratamente cuando descubrí la aportación de Rabindranath Tagore: -“El Amor es el
significado ultimado de todo lo que nos rodea. No es un simple sentimiento, es
la verdad, es la alegría que está en el origen de toda creación”-
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Conclusión:
-¡El Amor además es el principio activo del
aliento emocional de la Poesía”.-
¿Qué es para mí la Psicología en un tweet?
"Es la cómplice
erudita de la Poesía emocional. Unidas por sus orígenes comunes, perdidos en la
Evolución, buscan la Verdad del Amor, a pesar de los prejuicios sensibleros de verdades
enajenables".
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Antonio Repiso Rodríguez
Alumno del la Universidad de Mayores, poeta, pintor y autor de varios libros.
Alumno del la Universidad de Mayores, poeta, pintor y autor de varios libros.